miércoles, 27 de agosto de 2008

Los "estribillos" o "coritos"

Por Marcos Maldonado Aguirre

Si bien, no resulta fácil precisar con cierta certeza acerca de cual sea el origen de esta forma musical, es posible señalar que surgen en los Estados Unidos hacia fines del siglo XIX [1] siendo Charles M. Alexander (1867-1920) uno de los que contribuyeron significativamente en la propagación de la himnodia evangelística, y uno de los primeros en utilizarlos en las campañas evangelísticas celebradas al aire libre [2]. Lo central del estribillo en la música en este tipo de reuniones durante los primeros años del siglo XIX fue un factor crucial en el desarrollo de estos primeros cantos espirituales. La popularidad de la canción evangelísticas, dio lugar a que los estribillos más conocidos se cantasen espontáneamente (sin las estrofas), y en una sucesión determinada por el tema o por la relación tonal [3]. El término "corito" parece usarse en Chile ya en la década de los años 30 [4], lo que nos indica que tempranamente el uso de estos cantos acompañó el trabajo misionero y evangelístico en estas tierras. En un comienzo, el uso de estos estribillos o "coritos" (choruses en inglés) en los servicios de adoración era bastante restringido, y la ocasión propicia y mejor para cantarlos era en las campañas o "series" evangelísticas, en las que se constituía un eficaz medio para alcanzar a los inconversos con las buenas nuevas del evangelio de Jesucristo, como asimismo, en las escuelas dominicales y reuniones juveniles, para enseñar las verdades bíblicas a niños y jóvenes.

El "corito", término derivado de "coro", era un tipo de cántico breve, de fácil aprendizaje y memorización, surgido inicialmente de antiguos gospel songs, y que consistía solamente de cuatro versos que contenían un par de frases que solían repetirse: Con el tiempo habría de adquirir autonomía propia comenzándose a escribir estribillos independientes [5]. Poco después de la Segunda Guerra Mundial, en los Estados Unidos el evangelismo fue frecuentemente asociado con Juventud Para Cristo [6] una organización paraeclesiástica evangélica que se hizo popular durante la segunda mitad del siglo XX. Sus reuniones se celebraban los sábados por la noche, en grandes auditorios para disfrutar de una grata reunión de camaradería y desafío espiritual. Era común el canto de "coritos" evangélicos. Esto parece indicar que lo único importante de las canciones evangelísticas (gospel songs) de la época eran los estribillos, e incluso cuando se cantaban cantos evangélicos tradicionales, era frecuente la omisión de las estrofas. Además se compusieron y se compilaron muchos coritos independientes que resultaron en una proliferación de "libros de coritos". Los temas de los coritos no presentaban diferencias a los de muchas canciones evangelísticas, simplemente eran más breves [7]. Hacia fines de la década de los años 60 y comienzos de los 70, su uso en nuestras congregaciones motivó que pasaran a ocupar un lugar relevante en el culto público, estableciéndose un tiempo o periodo de "coritos", quizás por la popularidad que éstos tuvieron, llegando incluso a desplazar, en muchas congregaciones, el canto de los tradicionales himnos.

Su popularización y penetración en las iglesias se vio favorecida, también, por la difusión de música evangélica que HCJB [8], "La Voz de los Andes" en Quito (fundada en 1931, siendo la primera emisora misionera cristiana del mundo) y otras radios comenzaron a difundir en toda América Latina hacia fines de la década de los 50 [9], promocionándose a compositores y músicos latinos como Alfredo Colom y Manuel Bonilla, entre otros. Paralelamente, los nombres de compositores americanos como Ralph Carmichael, André Crouch y los hermanos Gaither, se hicieron familiares ya que sus composiciones fueron traducidas al español y pasaron a ser cantadas como coritos. Estos cantos eran tocados en guitarra, instrumento que algunas iglesias, principalmente pentecostales, habían comenzado a usar, lo mismo que en muchas otras congregaciones aunque fuera considerado un instrumento musical inapropiado para la adoración. Los jóvenes la preferían en vez del órgano, por ser más económica y fácil de aprender a tocar, y porque, además, se adecuaba para tocar músicas latinas y su uso tornaba los cultos más informales [10].

Los "coritos" se los podía encontrar en hojas sueltas (mimeografiadas y fotocopiadas), en cancioneros, llamados "coritarios" o simplemente impresos en la memoria de los fieles que los cantaban. Estos cantos referían expresiones del sentimiento del creyente en Cristo, gozo, paz espiritual, testimonio personal, gratitud y toda aquella experiencia que refleja una nueva vida. A causa de su amplia dispersión y debido a que su aprendizaje, por lo general era por la vía de la transmisión oral, estos cánticos presentaban variantes melódicas significativas en un lugar y otro, y como muchos eran de procedencia estadounidense, también se daba el caso que existía más de un texto (traducción) para una misma melodía o al menos existían variantes textuales. Si bien se puede consignar la autoría de muchos de ellos, en una gran mayoría ésta se perdió en el anonimato. En ocasiones, se acostumbraba a cantar una secuencia de "coritos", que generaron nuevas estructuras, de modo que posiblemente muchos coritos extensos corresponden a antiguas cadenas de coritos que llegaron a ser una sola unidad [11]. Con un mensaje inicial casi exclusivamente evangelístico, hacia las décadas de los 60 y 70, la temática de estos cantos se centraba en la experiencia individual del creyente, enfatizando los aspectos más positivos de la vida cristiana. Su estructura musical se basaba sobre sucesiones armónicas propias de la época, al estilo de la nueva ola o del slow rock de los 60 [12]. Junto con popularizarse y masificarse su uso, en su evolución el "corito" dejó se ser un canto de cuatro versos y pasó, en muchos casos a tener varias estrofas y aun estribillo, sin embargo, aún así a muchos cantos que no eran, en lo formal, propiamente un "estribillo" o "corito", se le siguió identificando con ese nombre [13].

A mediados de los 80, en nuestro país, surgió desde las Asambleas de Dios el movimiento "Revolución de Jesucristo" cuyos líderes orientaron su accionar, marcadamente carismático, principalmente hacia la juventud, valiéndose para ello de un repertorio basado en elementos propios del rock, el cual tuvo gran acogida entre los jóvenes de la época siendo rápidamente incorporado al de sus propias congregaciones. Se trataba de un corpus de cantos, con textos tomados directamente desde las Escrituras, preferentemente de Los Salmos, algunos, y basados en experiencias personales, otros. Para la misma época, la llegada de discos y fonogramas del sello Maranatha! Music [14] y su serie de producciones en español, "Quiero Alabarte", contribuiría a la difusión de una primera generación de nuevos "cánticos espirituales". De esta manera, el repertorio de canto congregacional que se conocía bajo el rótulo de "coritos" era ya bastante heterogéneo hacia comienzos de la última década del siglo.

Los coritos y los himnos, reflejaron un estilo musical con el cual, por décadas se identificó la iglesia evangélica, no sólo en nuestro país, sino en todo América Latina. Sin embargo, el uso masivo y extendido de los primeros entre las congregaciones evangélicas suscitaría reflexión y eventualmente polémica por cuanto amenazaba con la exclusión de los himnos. Además, no todos los coritos que se escuchaban en las iglesias eran musical o doctrinariamente aceptables. Se argumentaba contra este tipo de canto la falta de consistencia doctrinal, por estar basados en experiencias personales y, que en muchos casos, carecían de base bíblica; tendencia a la repetición monótona y sin sentido de palabras; falta de armonía entre texto y música, primando lo musical por sobre el tema del canto; afán por generar emocionalismo antes que brindar una alabanza consciente al Señor [15]; y que, por lo demás, estos cánticos carecían de la majestad, dignidad y profundidad de los himnos:

"...los coritos suelen ser agradables y engendran entusiasmo, pero al mismo tiempo nuestra gente necesita de viandas contundentes, con los himnos de alto contenido doctrinal y bíblico que conducen, no sólo a un entusiasmo, sino a una actitud de reverencia y a una acción que dejen profundas raíces en la vida de quienes alaban y adoran." [16]

"Hay cierta música, principalmente ‘coritos’ [...] que no ofrece mucha condición de alabanza. Primero que la letra no es compatible con lo que creemos. Hay demasiados problemas doctrinales en ciertos cantos. Por otro lado, la música debe ofrecer cierta comodidad para el canto. Existen algunas canciones hechas sin ningún criterio técnico y entonces se hacen engorrosas, feas, forzadas y hasta difíciles de cantar. La música debe ofrecer comodidad para el canto, principalmente para personas comunes que no han sido entrenadas para el canto." [17]

Los "coritos" con contenido cuestionable podían fácilmente infiltrar el canto de la congregación. Además, no todos resultaban apropiados para niños por el simbolismo que iba más allá de su comprensión [18]. En favor de su uso, se argumentaba que este tipo de cantos que resultaban ser muy efectivos en los inicios de obras nuevas y en donde había escasez de músicos que pudiesen dirigir los cantos considerándoseles útiles para estimular el afecto y compañerismo entre los fieles.

Algunos himnarios denominacionales incluían unos pocos "coritos", pero eran generalmente las congregaciones locales las que solían confeccionar sus propios cancioneros, preferentemente de textos indicando, en algunos casos, la tonalidad, y el cifrado para guitarra, en otros. En muchas congregaciones, mientras los himnos eran cantados con acompañamiento de armonio, órgano o piano, el canto de "coritos" solía llevarse a cabo con uso de guitarras, y el cantarlos de memoria pronto habría de estimular el uso de palmas a modo de acompañamiento rítmico, cuando se tratase de cantos más rápidos y rítmicos.

Con el desarrollo de la industria musical y la masificación de la tecnología del cassette, hacia fines de los 70, y del disco compacto, a comienzo de los 90, surgió una gran cantidad de artistas y cantantes evangélicos que grabaron música con temática netamente cristiana y muchos de ellos incluyeron "coritos" en sus producciones. En la actualidad, la Internet ha permitido que este repertorio se perpetúe en el tiempo, siendo posible encontrar sitios que difunden este tipo de cantos. Si bien, en muchas iglesias aún persiste el uso de "coritos", su popularidad ha decaído y ha sido reemplazado por una nueva ola de cantos renovados llamados de "alabanza y adoración".

En resumen, temáticamente los "coritos", originados de las canciones evangelísticas (gospel songs) del siglo XIX, abordaban un único pensamiento central, aunque referían las más variadas experiencias de la vida cristiana. La brevedad de los mismos permitía un fácil aprendizaje y rápida memorización, transformándolos, incluso, en cantos personales en medio de los quehaceres cotidianos, alcanzando su mayor apogeo en la década de los 70 y 80. Con melodías y armonías sencillas y contemporáneas, su uso llegó incluso a desplazar el canto de los himnos tradicionales y allanó la incorporación de la guitarra, especialmente en aquellas iglesias más conservadoras y que se resistían al uso de este y otros instrumentos considerados "del mundo".


Notas:

[1] Los estribillos eran el elemento más importante en la música de las reuniones de campaña, y algunos cantos eran sólo un poco más que coritos. En otros casos, se adherían estribillos favoritos "viajeros" o "migratorios" a muchos diferentes himnos (Hustad 1998: 238).

[2] Eskew 1980: 551

[3] Hustad 1998: 456

[4] Guerra 2002

[5] Hay casos en el que estribillos que fueron escritos en forma independiente, pasaron a constituir el estribillo de gospel songs, como consecuencia, quizás, de la práctica de cantar cantos encadenados a modo de potpurrí.

[6] Juventud Para Cristo (Youth For Christ, en ingles) nació en los Estados Unidos a mediados de la década de los 40 con el propósito de alcanzar a los jóvenes. Esto llevó a líderes jóvenes misioneros a utilizar métodos revolucionarios efectuando reuniones masivas en diversas ciudades bajo el nombre de Juventud para Cristo En la siguiente década, JPC se convirtió en un movimiento internacional.

[7] Hustad 1998: 262, 453

[8] HCJB (Hoy Cristo Jesús Bendice) es la estación de radio principal de uno de los ministerios radiales más famosos: HCJB Global. Su nombre oficial es World Radio Missionary Fellowship, Inc. Junto con numerosos socios en todo el mundo, las emisiones se pueden escuchar en más de 100 países y en más de 120 idiomas vía onda corta, y en Ecuador en onda media y frecuencia modulada, satélite e Internet. Los cuarteles de la organización se encuentran en el HCJB Global Ministry Service Center en Colorado Springs, Colorado. David Johnson ha sido el presidente del ministerio desde septiembre de 2001. Colaboradores de Wikipedia. HCJB [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2008 [fecha de consulta: 27 de agosto de 2008]. Disponible en <http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=HCJB&oldid=15606141>

[9] En la década de los 60 comenzaron a producirse algunos cambios en el desarrollo del culto evangélico, cuando radio HCJB en Quito, Ecuador y "Evangelismo a Fondo", un programa de Costa Rica, llevaron a cabo una fuerte actividad en el continente, anticipando así una especie de "globalización del evangelio" que afectaría a las iglesias (Palominos 2004: 9).

[10] Palominos 2004: 9,10

[11] Un clásico corito que solía cantarse en muchas congregaciones llevaba por título "No hay Dios tan grande como Tú", es un clásico ejemplo de estructuras que surgieron del encadenamientos de coritos.

[12] Guerra 2002

[13] Ferreira 1994: 7

[14] El primer volumen de la serie de alabanza producida por Maranatha! Music, The Praise Album salió a la distribución en 1974. En la década de los 80 vieron la luz las versiones en español, bajo el título "Quiero Alabarte!" (1981), "Quiero Alabrte II" (1982) y "Quiero Alabarte III" (1983).

[15] Ramírez, Eduardo. "Culto y Celebración". Iglesia y Misión, VIII/2. Buenos Aires: Editorial Cairos, s.f.

[16] McConnell 1991:26

[17] Ferreira 1994: 97

[18] Nelson 2003: 169-170

BIBLIOGRAFIA

  1. Eskew, Harry. “Gospel music (I): Hymnody”, The New Grove Dictionary of Music and Musicians, 5ª edición. Editado por Stanley Sadie, vol. VII. Londres: MacMillan, 1980, pp. 549-554.
  2. Ferreira, Damy. Crisis en la alabanza. José Calixto Patricio (trad). El Paso, Texas: Casa Bautista de Publicaciones, 1994.
  3. Guerra Rojas, Cristian. La práctica musical en las iglesias bautistas de Chile: una aproximación desde su historia, su repertorio y el discurso de sus líderes. Tesis para optar al grado de Magister en Artes con mención en Musicología. Santiago: Facultad de Artes de la Universidad de Chile, 2002.
  4. Hustad, Donald P. ¡Regocijaos! La música cristiana en la adoración. Olivia de Lerín y otros (Trad.). El Paso, Texas: Casa Bautista de Publicaciones, 1998.
  5. McConell, Cecil. “Los himnos y los coritos”, Preludio. Ministerio de Música y Adoración, II/2. El Paso, Texas: Casa Bautista de Publicaciones, pp. 24-26.
  6. Nelson, Eduardo. Que mi pueblo adore: bases para la adoración cristiana. Traducido y adaptado por Salomón Mussiett. El Paso, Texas: Casa Bautista de Publicaciones, 1986.
  7. Palomino, Miguel Angel. Mudança de paradigma no culto evangelico?, 2004. Disponible en <http://louvorbrasil.pbwiki.com/f/MudancaDeParadigmaNoCulto.pdf>
  8. Ramírez, Eduardo. “Culto y Celebración”. Iglesia y Misión, VIII/2. Buenos Aires: Editorial Cairos, s.f.